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EXTRACTOS EXQUISITOS

4/4/2018

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Aquí, dromedando desde Querétaro, México, reflexionando a propósito de la temporada de HYBRIS de pulsosvitales en @enNingunlugar. Pensando en LA TRINCHERA “como habitáculo de resistencia del cuerpo en movimiento… colaborativo", pero también del cuerpo y sus posibilidades (las nuestras) como oportunidad, como realidad, como principal vía. Aquí, a través del taller de DANZA PERCUTIVA, de la charla “Rutas de supervivencia: Experiencias de sostenibilidad del arte escénico”, y de las vivencias mismas de la cotidianidad de El Búnker, de esta colectividad corporal atrincherada. 

A propósito de la experiencia, divago por algunas huellas de mi pasado, que surgieron hace ya una década, fundamentado más que nada en intuitivas habilidades. Por aquel entonces, escribí ESPACIOS DE FUGA, una monografía que complementó  un proceso para optar a un título profesional en danza como bailarín, en el cual buscaba echar "una mirada a la actual proyección profesional de la danza contemporánea y a su pertinencia en la ciudad” (Bogotá). En su descripción así la definía. Para ese momento empezaba a sospechar sobre las ensoñadoras condiciones profesionales al egresar de la universidad e ingresar a la vida laboral. Buscaba estudiar, analizar y reflexionar acerca de las posibles situaciones a las que me enfrentaría, más allá de estar o no correctamente preparado, y/o estar o no en un ambiente o contexto idóneo.
Nuestra historia local al respecto evidenciaba, -al parecer-, algunas carencias en comparación con el estándar global o regional, o al menos, a cierta línea en que se nos formó, lo que yo imaginaba o entendía de ello. Ese imaginario construido sobre el cómo debería ser el camino (la vida) dancística profesional. Ahora bien, me preguntaba ¿Es necesario atender dicha carencia -que suponía poseíamos- como algo poco beneficioso o faltante, como no tenencia, desde una comparación poco sana, útil y muy parcializada; o sería mejor, atenderla e invertir la energía desde su potencia, por mínimas e inversas que estas fuesen, y enfocar los recursos para nutrirla y  resignificar positivamente mi realidad?.  
Palabras más, palabras menos, el tema en la experiencia de aquel texto se trataba de pensar qué tan pertinente o no, era que mi contexto hubiese recorrido la historia como se entiende o se espera debe ser recorrida, con instituciones estatales que garantizaran el contexto y nuestro desarrollo. Ciertamente, el conocimiento, ósea, la historia que somos, lo construimos en gran medida desde cierta interlocución dinámica entre lo que deseamos, tenemos y usamos. La percepción que fabricamos de ello y el cómo y para qué de su presencia en nuestra vida. 
Entonces, mis reflexiones al observar la realidad de mi contexto indicaban una transición de paradigmas desde nuestras necesidades, usos y deseos que vivimos. Mi percepción indicaba que: hoy viajamos del individualismo a la colectividad, del primo ballerino a la manada, (o cuadrilla como lo expresa la danza tradicional,  coreográficamente hablando). Así evidenciaba una construcción que se elaborada no propiamente desde lo superior o institucional, en un recorrido vertical que descendía, como la miel, hasta nuestros cuerpo. A propósito, de esos lugares de empoderamiento autogestionados, deseo compartir algunos textos de referencia que usé en aquel momento. Los EXTRACTOS a los que hago referencia motivaron la  escritura del texto indicado, y que a raíz de mi breve estancia esta semana en Querétaro y Ciudad de México, de mi desarrollo en los últimos años como docente en Bogotá y Colombia, como aliado y/o intérprete de compañías y espacios de colegas, y como gestor de mis propios proyectos, fluyendo un poco entre vivencias y recuerdos, decido compartir al encontrarlos EXQUISITOS.


EXTRACTO #1: (Fragmento de uno de los capítulos del texto)

​6.1. Jóvenes... y Coreógrafos: Los nuevos nuevos creadores en la danza
¿Por qué hago énfasis en la importancia de los jóvenes bailarines o coreógrafos que a través de la creación y mantenimiento de sus propios espacios pueden ser la “solución” para la expansión espiritual y social de la sociedad actual? Cierto es que, en nuestro contexto, los espacios de desarrollo artístico entendidos como “compañías de danza” (o proyectos similares) con beneficios óptimos que apunten al desarrollo del bailarín profesional en un sentido económico son reducidos. Desconozco las razones exactas por las que los jóvenes se ven interesados en fundar sus propias compañías amparados o inspirados en su propia versión del mundo desde sus perspectivas, habilidades, recursos o carencias, desde su realidad. No sé, si es por convicción, inquietud, necesidad o deseo; o si es gracias a las dinámicas y perfiles que emergen en la postmodernidad. Las miradas que hoy vemos reconstruyen figuras, estigmas, concepciones, ideales y usos del conocimiento y del mundo; como por ejemplo, lo serían las figuras del maestro y la institución. Una, se asemeja a un ser adulto de avanzada edad y gran sapiencia; la otra, se erige como único ente para avalar el conocimiento. Estas dos figuras ya no tienen la “última palabra”. Por el contrario, en la contemporaneidad el Saber arriba y despega desde y hacia infinitos lugares. Hoy, la vivencia de los jóvenes toma validez desde su propio cuerpo y construcciones de su realidad incitándolos a enunciar su percepción del mundo como posible y veraz, sin la validación del maestro o la institución, pues existe y habita en ellos y se discute entre  sí (entre pares). Esta perspectiva totalmente viable se emite en la escena o la tribuna, desde la palabra o el movimiento, a través de la razón o los sentidos. 

“Alabados sean los jóvenes cuyas manos limpias y prontas /
trazan una pl
éyade de ciudades atreviéndose a dejar /
los campos estragados de despose
ídos / para refutar la sanción de la vida.
Sus mapas definen / el posible dominio de los libres, /
una comunidad serena / que floreciendo en la corrupci
ón /
transforma la muerte en germen en un d
ía”:
Malcolm Brinnin

En la nueva compañía de danza, colectivo o grupo, el bailarín es ahora interprete, denominación que le da mayor validez a su trabajo considerando no solo su herramienta tangible más próxima y familiar: su cuerpo y su movimiento; sino también considerando su razón y su sentir. Con esto quiero decir, el intelecto. Su criterio no escapa o se ausenta de lo anterior, sino que se complementa en una transfusión permanente de datos con los sentidos. Su conocimiento se construye gracias a sus experiencias, sus sentimientos, sus sensaciones, sus pensamientos, sus vivencias, sus creencias, sus límites, sus sudores y sus diversas formas de percibir y vivir el mundo, pero también el acto de la creación. El bailarín ya no solo baila (ejecuta) sino que tiene voz (interpreta) y en muchas ocasiones voto. Por su parte, la “Creación Colectiva” es una herramienta que otorga más calor al fuego, dando nuevos métodos que le ofrecen un giro y óptica a las formas anteriores de crear, potenciandose (apoyarse) en lo colectivo y no precisamente en la individualidad (genialidad). 
Hoy,
debemos aclarar que la materia es múltiple. Unificar, separar o establecer distinciones y jerarquías de clase, más no, roles funcionales y orgánicos transitorios, prevaleció desde el clasicismo y en ciertos casos hasta la modernidad. Totalmente distinto es el materialismo espiritual de la postmodernidad que se esfuerza por respetar la multiplicidad. Entonces, nuestra época reconoce, siente, vive ese pluralismo manteniendo una coherencia (Sinergia) entre las diversas partes del todo. 

Finalizo, con unos apartes de una extensa cita incluida en la monografía mencionada, tomada del libro “Elogio de la razón sensible” de Michel Maffesoli: “Así, sin reducir a la unidad, que es lo propio del racionalismo, la forma favorece a la unicidad, mantiene unidas cosas disparatadas. Para decirlo en otros términos, en un mundo de contrastes permite tener una idea de conjunto, la de la organicidad que une, subterráneamente, todos los fragmentos de lo heterogéneo. La dialéctica tenía como ambición, como pretensión, ir más allá de lo contradictorio y de ese modo daba sentido al mundo, lo orientaba, le daba una finalidad. El formismo (de nuestra época), en cambio reúne lo contrarios y favorece así un sentido que se consume en actos, que no se proyecta, que se experimenta en el juego de las apariencias, en la eflorescencia de las imágenes, en la evocación de los cuerpos”. (…) “En algunos momentos privilegiados, la «figura» del mundo vuelve a tomar forma. En esos momentos «momentos figurales» si retomamos la expresión, aquello que estaba truncado, amputado, desfigurado, es restaurado en su plenitud. Por, otra parte hay que precisar que esta «restauración» es mas vivida que analizada. Aquí la vida precede de nuevo al pensamiento. Y hoy son numerosas las monografías sociológicas sobre las tribus juveniles, sobre los grupos de amigos, las diversas agregaciones por afinidades que dan buena cuenta de la dialéctica de la que hemos tratado. En efecto no podemos comprender el mecanismo de proximidad, la extraña pulsión que incita a «vivir en banda», si no se tiene en mente que existe un fuerte vínculo interior, algo inmaterial que alimenta la materialidad de estar juntos”.
Entonces, entre el pasado y el futuro, desde mi presente indicar que estas nociones redefinen la concepción y funcionamiento de la nueva compañía o colectivo de danza. Ahora el coreógrafo no es un ser omnipotente, sino que se debe a sus ilustrados, activos e inquietos bailarines y bailarinas, -pensantes en la trinidad mente, cuerpo y espíritu-, conscientes no solo a la hora de la creación y de la represen´tacón sino también de la producción, de la gestión y de la promoción de sus obras y proyectos. El coreógrafo no se debe a ellos, es uno de ellos. Aún más, hoy, esta función, por marcar una determinación con el ayer, se concibe, temporal y rotativa como lo es la palabra en el colectivo, es decir, circula, cambia de foco,  respondiendo al sentimiento de un poder más de la masa que central, más democrático que autocrático. Dicha unicidad mencionada fundada en la convicción de una fe que materializa el sentirnos (estar) y el bailar juntos física o virtualmente, una fe casi fundamentalista pero consciente, crítica, sincera, respetuosa, generosa, sonriente y amorosa. Esta fe “neonomadista” no se preocupa por el tener ni por la eternidad (aunque los recuerdos les marquen y queden en la piel y el corazón para siempre) sino por usar, experienciar, vivir y sobre todo compartir. Los intereses coreográficos de esta colectividad y el sentimiento de dicha unicidad es como una carrera de relevos danzada donde no hay ganadores porque sencillamente ya no es importante ni es necesario. Aquí lo emocionante lo determina el sólo hecho de estar haciéndolo juntos. De lograrlo, de fallar, de verse caer, de levantarse, de reírse y de llorar por ello, de ayudarse en el proceso. Lo siginificativo de todo no es más que estar inmersos en el placer de correr y recorrer esto juntos. (La vida).

EXTRACTO #2: (Epígrafe utilizado en una de las secciones de la monografía)
 
“Las estrellas de los cielos, una y una suman dos, no tenés tanta firmeza como tenemos los dos”.
Canción sefardí. 




Ciudad de México, México
Jueves, 29 de marzo de 2018.

Julián Garcés Ocoró
www.dromosproject.com


Foto: Cortesía de Eliana Jiménez Acuña
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